28 de outubro de 2011

Mostrar madurez


por Hernán Sorhuet Gelós


(Columna publicada en el diario EL PAIS de Montevideo el 19.10.2011)




No exageramos si decimos que nunca antes la humanidad enfrentó desafíos tan grandes. Es que se conjugan varios factores para potenciar la realidad hacia incertidumbres mayores.

La población mundial está muy próxima a los 7 mil millones de personas,
y sigue creciendo a un ritmo sostenido.

La globalización, la revolución de las comunicaciones, los avances tecnológicos han “achicado” el mundo al punto de relativizar la importancia de las fronteras políticas, dentro de una dinámica que no parece tener techo.

Mientras tanto, la realidad material sí impone límites establecidos por
la diversidad biológica. Hablamos de la estructura y el funcionamiento de
los ecosistemas, de los ciclos naturales, del comportamiento del clima. Son factores determinantes de las condiciones en la cuales se desenvuelve nuestras vidas.

Pero las atractivas posibilidades que nos ofrecen la vida moderna y el
deslumbrante brillo de la realidad virtual, parecen agudizar la miopía que
nos impide percibir esos límites.

Por eso resulta tan molesto considerar las exigencias de cambio en los
estilos de vida, hábitos de consumo, sistemas de producción, usos de las
energías y gestión de los recursos naturales que nos impone la propuesta tan promocionada del Desarrollo Sustentable.

El mundo se achica a medida que la población aumenta. En ese sentido,
Uruguay disfruta de una situación privilegiada. Nos referimos a que dispone de mucho territorio para sus habitantes, presenta un estado ambiental en general bueno, tiene abundancia de recursos naturales y un enorme potencial de producción alimentaria.

Sin embargo, se percibe claramente la tentadora tendencia a caer en los
viejos errores, pues no es nada fácil cambiar el statu quo, aunque ello
significa no seguir los dictados del sentido común.

Estamos en un momento clave, seguramente en un punto de inflexión.
Debemos decidir sí estamos a la altura de las circunstancias que nos impone el destino. Señalarlo no significa ser agorero sino asumir la cuota de responsabilidad que nos toca.

Más que nunca nuestro futuro -y el de nuestros descendientes- dependerá
a las decisiones que tomemos aquí y ahora. El margen de error se redujo
enormemente y el tiempo se agota.

Se necesitan soluciones globales de aplicación local. Por eso, aunque
últimamente las cumbres de las naciones están bastante devaluadas (por
inoperancia y falta de resultados) igualmente es en esos ámbitos dónde se deben librar las grandes batallas para armar los cimientos de una sociedad más justa, equitativa y sustentable.

En diciembre de este año se realizará en Durban (Sudáfrica) la COP-17
de Cambio Climático, en procura de lograr compromisos sin precedentes en la materia. En junio de 2012 las naciones del mundo se reunirán en Rio de Janeiro para celebrar la Cumbre sobre Desarrollo Sostenible RIO+20. Los temas excluyentes serán la economía verde y la erradicación de la pobreza.

No debemos subestimar su importancia, ni dejar pasar las oportunidades que llevan implícitas sus realizaciones.