16 de março de 2010

Impulso mayor



La invitación ya habia sido echa desde mucho tiempo.
La duda permeaba la cabeza de Mariana y los deseos también.
Tenía ganas de viajar y cambiar los aires. Sacar desilusiones, brindar estrellas en cielos desconocidos, bañarse en mares fríos y hacer de los peces su fuente de vida.


El recado estaba dado. Pero, por precaución, seguridad, o mismo por los recuerdos de su último relacionamiento, ella no podía seguir adelante. Dejar dominar por afectos, olvidar família, amigos, compañeros, su propio corazón.


Asimismo, salir del país era su excitación venérea. El empleo ya estava para allá de aburrido. Las cores ya no la prendían la atención. Su caminar tenía un pesadumbre que desafiaba la fuerza de gravedad de la Tierra. Hasta los días la quitaban de la claridad.


Cosa sea dicha: a ella le ofrecieran una oportunidad bárbara.


El provecho estaba a punto de empezar. Bastaba todavía coraje. No, no se trataba de coraje. Pues, Mariana siempre la tube con impetuosa decisión y esfuerzo del ánimo expléndido. Lo que necesitaba solamente era abrir manos de sueños imposibles. Saber que más un paso y podría contar con algo que la distraigase y diviertise. Bien allí, en el Uruguay. Tan cerca y tan prometedor.

Y todo lo que precisaba hacer era subir en aquella motocicleta.

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